Melanie Williams: “Nuestra primera concepción de la música es el latido del corazón de nuestra madre”
Desde Ojo de Salvia entrevistamos a lx multiintrumentista argentina Melanie Williams acerca de su carrera artística, sus obstáculos por su identidad de género y su actualidad.
por Cecilia Bonomo
Música – 14 de octubre, 2021
Oriundx de Bernal, Buenos Aires, comenzó su carrera musical a muy corta edad, formándose como baterista. Su autopercepción no binaria lx llevó a ser unx de lxs músicxs representantes de las disidencias. Por su experiencia y reconocimiento en el ámbito artístico, milita por darle mayor visibilidad a otras identidades de género, que durante mucho tiempo fueron veladas, vulneradas y excluidas de la sociedad.
El nombre de su proyecto en banda es Melanie Williams & El Cabloide. Su propuesta musical es innovadora y se puede disfrutar como una gran sesión de jazz, en donde se fusionan ritmos del pop, del funk, el soul, el afrobeat, con sonidos electrónicos sutiles. En sus composiciones se destaca con la batería; los cambios de ritmo y los contratiempos son sus matices predilectos. Las líricas y su voz, están en un segundo plano. Con su último disco Somos 2 (2021) reafirma su identidad sonora, delicada y experimental.
La canción “El límite” es su último lanzamiento en colaboración con Marina Fages. Se trata de un single electrizante con tintes rockeros y psicodélicos, producido por ambas artistas. Salió acompañado de un video dirigido por Marina, en donde recorren Buenos Aires en una tarde invernal.
Hablamos con Melanie de sus inicios en la música y sobre el proceso de realización de su obra. La entrevista la brindó desde el Teatro Colón, donde va a participar del show de apertura del Festival Emergente. Fue invitadx, junto con otrxs artistxs, a realizar versiones de canciones representativas de la Ciudad de Buenos Aires. Melanie cantará y tocará la batería en “No bombardeen Buenos Aires”, de Charly García, con el acompañamiento de la Orquesta Estable del Teatro Colón.
Ph Micaela Yurkina
¿Cómo surgió tu interés por la música?
Cuando iba al jardín, en las clases de música, había una profe que tocaba el piano, y ya ahí sentía cosas, me parecía algo especial. Siempre conecté con los sonidos. Me gustaban los instrumentos. Después en la primaria, en segundo grado, tenía una maestra que tocaba la guitarra criolla. Me acuerdo que un día volví a mi casa y le dije a mi mamá “yo quiero tocar la guitarra”. Me puse todos los días a pedirle una guitarra como un capricho. Y para mi cumpleaños de ocho me la regalaron. Desde ese momento no paré de tocar ni un día de mi vida hasta ahora. Y así empecé: a los ocho la guitarra, a los diez el piano y a los 12 la batería. A los 12 tuve mi primera banda y empecé una etapa rockera.
¿La batería fue el instrumento con el que más te sentiste identificada?
La batería siempre me llamó más la atención y me despierta una pasión aún mayor. Hay una conexión muy fuerte y siento que tiene sentido porque nuestra primera concepción de la música es el latido del corazón de nuestra madre. Es un ritmo, es algo muy visceral que se lleva adentro, es real y literal. Pero recién a los 12 me empecé a juntar con amigues que tenían batería y probé. A los 15 me regalaron una batería para mí. Igual ya tenía una banda, y en mi cumple de 15 toqué con un grupo de metal (risas). Ya venía tocando pero no tenía mi batería. Cuando la tuve empecé a estudiar y a conectar realmente con el instrumento.
¿Estudiaste formalmente batería?
Sí. Cuando terminé la escuela estudié música clásica cuatro años, piano clásico y percusión orquestal. Toqué en una orquesta, así que para el Colón voy a estar preparada. Después dejé cuando conocí a un profe de batería que me voló la peluca, que se llama Seba Cardero, era el batero de Los Piojos y él me profesionalizó, digamos. Ahí conecté con querer ser sesionista, con tocar varios estilos de música, con querer viajar, aprender y liberarme. Fue un momento de ruptura. Dejé el conservatorio y dije “hago mi proyecto y soy sesionista”. Y así fue, a los 20 años tuve mi primera gira por Canadá como sesionista, acompañando a Lula Miranda.
Siendo tan chicx ¿crees que esa experiencia te formó para otras cosas?
Siento que lo que estoy viviendo ahora lo estoy viviendo de otra manera gracias a la experiencia de haber laburado así, profesionalmente. Me curtí (risas).
“La batería siempre me llamó más la atención y me despierta una pasión aún mayor. Hay una conexión muy fuerte y siento que tiene sentido porque nuestra primera concepción de la música es el latido del corazón de nuestra madre”.
Después empezaste a componer tus canciones.
Ya lo hacía en simultáneo. Cuando empecé como sesionista ya tenía mi proyecto. Una cosa alimentaba a la otra. Si estaba todo el tiempo tocando la música de otrxs me sentía mal porque no estaba haciendo lo mío, lo sentía como una carga. Mientras era sesionista de a poquito iba grabando mis canciones, iba dándole forma a mi proyecto y en base también a todo lo que aprendía laburando. De ver cómo se manejaba un equipo grande, yo iba armando mi estructura. Unos años después conocí a Guli (Agustín Bucich) y empecé a tocar en su banda y él me produjo mi primer disco. Curtimos el circuito de Capital y empezamos a tocar. Me decían “la próxima venís vos”, y así me fui ganando mi lugar.
¿Cuándo decidiste grabar un primer material y cómo fue la experiencia?
Primero grabé un EP en el 2017, eran cuatro temas. Los grabé cuando estaba tocando con Lula Miranda, con parte de su equipo. Igual no planeaba sacar un disco. Quería grabar temas sueltos. Pero ahí lo conocí a Guli, fui a tocar a su banda y me dijo “amiga tenes que tener un disco; si a alguien le gusta tu música tiene que poder escuchar un disco tuyo. Yo te lo grabo”. Y yo le dije “voy a tocar con vos y vos grabame un disco”. Y fue así, un año de compartir mucho con Guli, con María Pien, con una tribu de artistas que hoy en día somos como una familia. El sábado tocamos en el Konex y vinieron María Pien y Guli a tocar al Cabloide. Yo toco para Guli, somos una red.
¿Cómo fue el encuentro con el sello Goza Records?
Eso también fue algo casual y hermoso. Mandé un mensaje por Instagram a Estudio Átomo, nada que ver, para ir a grabar un tema, de cara dura, y me contestó Barbi Recanati: “es un sello, vení y hablamos”. Palo y palo, fuerte. Tuve una reunión con Barbi que recién estaba arrancando el sello. Y me dice: “¿Pero vos no estabas terminando un disco?” Claro, el que estaba haciendo con Guli. Pero yo ya quería grabar más cosas. Me dice: “Para, para, saquemos el disco que tenes grabado y después grabemos otro”. Y arreglamos así. Tenía Comprensión1 (2019) casi terminado, faltaban los masters, y ya tenía todos los temas de Somos 2, el disco que saqué este año.
¿Cómo fue la composición de Somos 2? ¿Tenes un productor que te ayude?
No, ese disco lo produje todo yo. Cuando terminé Comprensión1 me compré una computadora, porque antes era una hippie sin computadora, y hacía todo en mi mente. Cuando compré una compu, me empecé a producir yo. Si toco todos los instrumentos puedo hacer lo que quiera. Dejar de delegar. Y como un propio desafío me puse a maquetear todos esos temas en mi computadora, a hacerle arreglos de teclado, bajo, batería, batería electrónica. El único que vino a vivir toda esa locura conmigo es Pili, el guitarrista del Cabloide, que vive a la vuelta de mi casa. Lo volvía loco, lo llamaba a cualquier hora para que viniera a tocar. Él es un gran compañero de composición. Pero lo produje yo íntegramente.
Fui a Goza (Goza Records) y pasé en limpio las cosas que había hecho en mi casa, lo grabé de manera pro con Manuel Segovia, que es el técnico. Grabamos todos los instrumentos con un audio profesional. De lo que hice en casa, hay cosas que logré irrepetibles que quedaron en el disco. Hay audios que quedaron originales de cuando hice el tema. Y ahora que ya produje todo un disco y me volví loca estoy con ganas de producir con alguien.
¿Tenes música nueva?
Podría hacer un disco nuevo. Voy a ver cómo lo armo. Lo más probable es que saque temas sueltos hasta ver si armo un disco o no. Tenía la idea de un disco conceptual pero todavía no decidí si hacerlo o no. Tengo mucho material. Son unos temazos y tengo muchas ganas de compartirlos. Estoy laburando codo a codo con Mario Breuer, que es alto productor. Laburó con Charly, con Los Abuelos de la Nada. A mí me encantan Los Abuelos de la Nada.
El otro día toqué “Necesito tu amor” de Charly, y Mario lo había grabado pero no me lo comentó. Y yo le dije: “Vos sabías que iba a tocar este tema y no me dijiste que lo habías grabado vos”. En el Konex se lo dedicamos y estaba re feliz. Estamos teniendo una relación con Mario y Eri Santos, mi prensa. Una relación de red familiar. Lo mismo que te contaba que pasa con Guli, María Pien y ese grupo. Creo es eso lo que nos está diferenciando. Estamos haciendo todo con mucho amor, cariño y respeto. Acompañándonos. Con Mario sé que voy a hacer algo. Por ahora nos estamos acompañando y está buenísimo. Él es como un tío, un padrino para mí.
¿Te costó integrarte al ambiente artístico siendo baterista? ¿Tuviste obstáculos por tu identidad de género?
Más que por ser mujer los tuve por ser disidente, por ser no binarie. Por ser una parte no vista de la sociedad, no entendida. Porque no está abordado, porque no hay referentes no binaries tampoco. Ya si a las mujeres les costaba, imagínate para este lado que está directamente invisibilizado. Como que no existís. Yo tuve una época de mi vida que fue una lucha. Salir a la calle y que siempre me pase algo, que siempre me digan algo. Y no sólo en el ambiente de la música, sino que mi vida y mi existencia era una lucha de verdad.
Por suerte ese momento ya pasó y ahora se está dando lugar a nuevas identidades, va, a otras, porque siempre estuvieron, pero estaban ocultas. Siento que viví situaciones en donde si tenían que elegir entre mi proyecto Melanie Williams y una cantante pop, rubia, flaca y linda, elegían a la cantante pop.
Todos los estereotipos.
Claro, porque garpa poner a la chica linda que canta y ponemos cupo femenino. Y a nosotros nos siguen escondiendo. Ahora siento que se está abriendo un poco más eso o que ese lugar yo también me lo hice. Me operé el año pasado (mastectomía) y en un momento pensé: “¿cuento esto?” Y sí, lo voy a contar, si es algo re importante para mí y es algo que está bueno que se sepa. No sólo por mí, sino para visibilizar algo que existe, que existimos.
Esto habla también del clima de época, que creo empezó con los movimientos feministas. ¿Pensas que esto ayudó a que haya mayor participación de las mujeres y las disidencias en la música?
Cien por ciento. Obvio que la movida feminista empezó a visibilizar el sector vulnerabilizado, este sector afectado, tapado por el patriarcado y todos los estereotipos establecidos. Es tremendo. Claramente no estoy para nada desvalorizando la lucha de las mujeres. Lo que digo es que este sector no está ni reconocido, que a veces ni se nombra. Yo he vivido en esa época de lucha, situaciones con mujeres que me han tratado muy mal. Horrible. Por el binarismo. Estar en un boliche, ir al baño y que no me quieran dejar entrar a ninguno de los dos. Violencia muy fea.
De a poco todo está cambiando. Cuando era más chica me daba vergüenza, no sabía ni que decir, y ahora si alguien me mira mal digo “bueno, dejalo”. Lo manejo de otra forma, ya no estoy luchando. Ya me acepté yo y no necesito que me acepte nadie más.
Esto es algo mucho más grande que Melanie.
Sí. De hecho, cuando estaba terminando el 2019, antes de que empiece la pandemia, recién ahí empecé a darme cuenta que había un grupo de no binaries o personas trans no binarias. Empecé a hablar con personas de ese ambiente que me asesoraron, que me acompañaron, que me ayudaron mucho. Me di cuenta de la importancia de esa red, de poder hablar. Dejar de sentir que sos un bicho raro que nadie te va a entender. No sabía que existía la palabra no binaria, la descubrí en el 2019. No entendía, solo pensaba “soy yo”.
Recientemente lanzaste el simple “El límite” con Marina Fages ¿Cómo surgió esta canción en colaboración?
En realidad Marina me había llamado para grabar baterías de dos temas. Fui, grabé las batas y quedó ahí. Pasan unos meses y me habla porque quiere sacar un tema, pero tenía todo pelado, sin saber bien que hacer. Me pide si la ayudo a darle color. Vino a mi casa, que tengo mi home estudio, y le grabamos de todo. Guitarra, bajo, teclados, cambiamos la letra, le hicimos de todo. Lo fuimos armando y quedó. Fue súper espontánea nuestra conexión. Después ella planificó y dirigió el video que lo hicimos en San Telmo. Fue un intercambio hermoso.
Le hice la producción del tema, pero le aclaré que no quería nada a cambio en términos económicos. Le dije “me gustaría que me hagas un mural en el patio de mi casa”. Me respondió que sí, y fue a pintar el mural el fin de semana pasado. Intercambiamos arte por arte. Ella quería sacar música nueva y yo la ayudé. Yo quería pintar esa pared y me pintó un mural ¡Espectacular! (Risas). Todavía no está terminado por eso no subí ninguna foto. Tengo un Marina Fages original en el patio de mi casa.