La ecuación perfecta
Los seres que van poblando mi interior no tienen caras.
Sólo caricias.
Habitan en mi mente y hacen que desnude la poca conciencia que aún tengo.
Estamos en silencio, esperando.
Esperando a que hoy sea hoy y no mañana.
Porque mañana no sé, tal vez despierte y ya no sea.
Por eso me urge prometer que hoy voy a darlo todo.
Sin eslabones desgarrando mis tobillos.
Sin horizontes sagrados.
Sin miradas de soslayo.
Ya dejé de bosquejar lágrimas que, finalmente, nunca caían.
Si hoy se vive, se ama.
Es la ecuación perfecta para que las sombras se hagan polvo.
Acá está mi mano, liviana.
Mis pasos me elevan.
Soy instinto. Soy hoy.
Te invito a ser conmigo, despojada e infinita.
Hoy se ama y se vive.
En cada rincón.