La ancianidad es más que tiempo
Tres películas que representan con afectividad otra imagen de la vejez.
por Daniela Vera
En su totalidad, estas películas son biográficas y narran la abuelidad, sea en formato ficción o documental, con el protagonismo puesto en la longevidad desde la mirada de personas jóvenes. Esta perspectiva es inusual en el cine, ya que sistemáticamente las personas ancianas han sido descartadas por considerarse poco interesantes, representándose bajo una visión social negativa.
The Farewell
Esta obra escrita y dirigida por Lulu Wang quedó completamente olvidada en el mundo estrafalario de la Academia de los Óscar, hecho poco novedoso, dada la falta de visibilidad de miradas diversas, femeninas y disidentes en ese espacio.
The Farewell como su título indica, narra una despedida. Billi (Awkwafina) es una joven chino-estadounidense que tiene que regresar a su país natal para visitar a su abuela bajo una mentira organizada familiarmente. La premisa que abre la película, “basado en una mentira real”, nos hace poner las emociones a flor de piel.
Lulu Wang construye esta narrativa de manera irónica y con ciertos tintes de humor negro, pero también con mucha emotividad y sensibilidad. Brotan en simultaneidad los problemas de una familia migrante, con una gran brecha generacional, y oscilan los sentimientos de desarraigo hacia un territorio procedente o el extremo fanatismo patriota de no traicionar una Nación.
La premisa que abre la película, “basado en una mentira real”, nos hace poner las emociones a flor de piel.
Aunque Billi quiere romper con algunos mandatos familiares, debe acatar al plan ineludible y ceremonial para enfrentar una muerte. Wang aborda con elocuencia el contraste cultural entre Oriente y Occidente y lo contextualiza en escenas donde, desde lo cotidiano, se generan tensiones, a veces graciosas, entre lxs familiares.
Siempre sentí la división en la relación con mi familia, en comparación con mi relación con compañeros de clase, colegas y con el mundo en el que vivo. Esa es la naturaleza de ser unx inmigrante y estar entre dos culturas”, ha comentado Lulu Wang.
The Farewell, 2019, Lulu Wang.
Flora no es un canto a la vida
Ópera prima del director, guionista y actor Iair Said, quien se cuestiona: “Si yo le tengo miedo a la muerte, ¿qué puede sentir un anciano que está mucho más cerca que yo de morir?” Flora Schvartzman es su tía abuela, una señora de noventa años, soltera, que no tuvo hijos. Muy por fuera del canon y el deber ser de anciana tierna, presenta una mirada muy pesimista del mundo y desea morirse desde que nació.
Tras esta constante pulsión, el tiempo vuelve a ensamblar el vínculo familiar luego de haberse distanciado por muchos años, y el primero que atiende el teléfono es Iair. Flora anuncia su muerte, pero en realidad es la iniciación de un transitar y de ultimar preparativos antes de su partida. Lejos del drama de la muerte pasional y romántica, Iair nos acerca a ella de una forma divertida y extravagante, ya que Flora es un personaje que lo amerita. Su sobrino nieto, sin intención de hacer una película ni tener un guion, comienza a filmarla con su cámara.
Consecuentemente, el coprotagonista se expone a sí mismo entre críticas y juicios moralistas, ya que se interesa por el departamento de su tía abuela, puesto que no hay herederos anunciados. Para su desconcierto, entre varias últimas voluntades, Flora desea donar su departamento a un Instituto de Ciencia Judía. Lo interesante de la película es la invitación a la duda que nos genera como espectadorxs, el juego constante entre la ficción y el documental. No importa si es por conveniencia o por afecto, notamos con transparencia un vínculo que aflora en sentimientos muy genuinos y entrañables, que abren a la reflexión sobre muchas cuestiones filosóficas de la vejez y el rol de los adultos mayores en la sociedad.
Flora no es un canto a la vida, 2018, Iair Said.
La profundidad de las cosas
La profundidad de las cosas es una película que atestigua, bajo un registro extenso y una mirada contemplativa, un vínculo entre una abuela y su nieta. Cecilia Estalles, fotógrafa, cofundadora de M.A.f.I.A y curadora del Archivo de la Memoria Trans, inicia la tarea de retratar a su abuela que transita el albor de su Alzheimer.
Dicho registro le toma alrededor de 11 años, durante los que advierte que debe hacer algo más con las fotografías de Susana, y decide comenzar a captar en video los entrañables momentos que pasa junto a su abuela, su madre y las comidas compartidas en familia. Es aquí donde relucen los pequeños detalles, tan íntimos, que nos envuelven en un manto melancólico. Las conversaciones de señoras que se escuchan fuera de escena, los códigos ingenuos que mantienen entre la familia y muchos matices de estados de ánimos que transitan la mayoría de lxs ancianxs, pero que, en esta ocasión, se muestran de una manera divertida y natural.
El tiempo de la película nos hace viajar, el montaje nos lleva y trae por los años. No sabemos con exactitud sobre el correr del tiempo entre una escena y otra, pero se evidencia en el cuerpo de Susana, que lo va haciendo notar con la piel de su rostro, manos y el avance de su enfermedad. Así como su cuerpo, se registran varias facetas y etapas, mutaciones de un vínculo que cambia constantemente.
Los interiores de la casa de Susana atestada con adornos. La importancia del ritual de la merienda, con el que se puede sentir el olor de las tostadas con manteca. La ternura que emana de las texturas de su ropa, los moños y la lana amarilla hacen que la película fuese un retrato de la casa de cualquier abuela. De hecho, nos hace extrañar a nuestras abuelas, porque retrata con cariño y amorosidad el paso ineludible del tiempo.
La profundidad de las cosas, 2020, Cecilia Estalles.