Helada
Hablemos de alquimia.
Hablemos de la magia de tus labios sobre la piel que cubre mi cuerpo.
Sobrepasando los límites de mi mente.
Vacía.
Helada.
Pienso.
¿Hace ruido el amor?
¿O nace en silencio?
No tengo respuestas. Seguramente sea de esos misterios eternos.
Y después…
Se me pasan las ganas, al mirarme fijo a los ojos en el espejo.
Tratando de encontrarme bajo kilos y kilómetros de tristeza.
El día no transcurre pacíficamente en mis brazos.
Es mentira.
A veces, pareciera que tengo mil caras.
Algunas me espían cuando duermo y otras, me miran de soslayo.
Y siembro la ausencia en la estación incorrecta.
Por eso crecen malezas, y las semillas se secan y se pudren.
Necesito aire.
Porque coincido con tus ojos y me sofoco.
Suspiro.
Te miro y no respiro.
Se abren las puertas y las ventanas y las oportunidades.
Pero yo me bajo ¡chau! renuncio.
Porque no entiendo si tengo o temo.
Y a veces, sólo pienso y no hago.
Y muchas otras, hago sin pensar.
Entonces, tal vez exhale y vuelva a empezar.
O tal vez tu magia haga el resto.
¿Quién sabe?