Existir y resistir
desde el Conurbano

Valentinx es fotógrafe y trabaja desde la intersección entre
cuerpo, identidad y arraigo.

Revista Ojo de Salvia

Valentinx es fotógrafe y trabaja desde la intersección entre cuerpo, identidad y arraigo. En la serie Disidencias en el Conurbano muestra la necesidad de visibilizar relatos de orgullo, pero también la resistencia que se teje en un espacio que, por momentos, puede volverse hostil.

El Conurbano es un terreno grumoso donde las texturas se mezclan y los límites se difuminan entre sí. Con 10.894.664 habitantes, el Conurbano bonaerense representa el 25% de la población argentina y el 64% de la provincia de Buenos Aires. Cordón de cordones, este territorio queda opacado bajo la sombra de la Ciudad de Buenos Aires, el gigante que todo lo engulle y que, a pesar de la desproporción, lo relega a satélite. Sin embargo, y como cualquier otro lugar que se habite, —o aún más— el primero se imprime en la piel de quienes lo transitan y pueblan, modelando sus experiencias, sus emociones y sus percepciones sobre lo común y lo diverso. 

Valentinx vive en La Matanza y desde ahí enuncia. Hace algunos años, cuando empezó a ir a Capital Federal a estudiar fotografía, evidenciando la gentrificación del conocimiento, comenzó a cuestionar la lógica centro-periferia y a percibir la ausencia de enunciaciones situadas desde otros lugares. Ese fue el germen de Disidencias en el Conurbano, un proyecto en el cual se dedica a retratar gays, lesbianas, travestis, trans y no binaries de la provincia de Buenos Aires. 

Disidencias en el Conurbano surge a partir de una serie de retratos que Valentinx le tomó a une pibi no binarie para la cátedra de Fotografía y Periodismo de la revista Mu La Vaca. Las primeras imágenes, en blanco y negro, fueron los disparadores para empezar a pensar la identidad desde la intersección entre cuerpo, género y territorio. “En ese momento me pareció interesante fotografiar lo que pasaba con la identidad, tanto la de les demás como la mía, cuando pude reconocerme como no binarie. Pero después sentí que necesitaba bajarlo al territorio y me puse a pensar qué pasaría si hacía una serie de fotos y relatos sobre las vivencias de las disidencias en el Conurbano, sobre lo que tenemos para decir desde ese lugar que está por fuera de Capital Federal”.

A mí lo que me interesaba no era solo la fotografía, sino el relato que venía anexado. El recurso de la imagen está buenísimo, pero quería mostrar ese encuentro con la palabra.

A partir de ese impulso, se metió de lleno a retratar amigues, conocides y desconocides que contactó a través de redes sociales. Así, entre recuerdos, anécdotas y trayectorias de vida, formó un patchwork de narraciones colectivas, donde las historias se pegaron entre sí como estampillas a un sobre. “En ese proceso me encontré con un montón de gente que tenía cosas para decir y sentían que ese espacio les incentivaba a contar sus vivencias, a darles una voz”, cuenta Valentinx. Además, le fotógrafe agrega que, con todas las limitaciones que conlleva, la pandemia le obligó a movilizarse en bicicleta para sacar las fotos, lo cual derivó a que conozca aun más lugares del Conurbano.

Cada fotografía de la serie está acompañada por un texto escrito por le retratade, donde no hay imposición de estilo, tema, ni formato, solo un espacio en blanco para llenar con algo propio. Esto es lo que para elle termina de cerrar la obra. “A mí lo que me interesaba no era solo la fotografía, sino el relato que venía anexado. El recurso de la imagen está buenísimo, pero quería mostrar ese encuentro con la palabra. Además, hace que sea un laburo conjunto, no es que yo voy, te saco la foto y me apropio de tu realidad, sino que es un ida y vuelta”, comenta. Por eso, aunque sepa usar cámaras analógicas y digitales, Valentinx eligió las de rollo para que el interludio entre la captura del disparo y la materialidad del revelado permita dilatar el momento de enhebrar la narración. 

Pero además de inventariar historias, Disidencias en el Conurbano tiene la intención de visibilizar las situaciones de violencia a las que se enfrentan las identidades diversas en un lugar donde la hostilidad y la discriminación se recrudecen y que, a veces, se convierte en un campo de batalla por defender el orgullo. “Es muy distinto el panorama que te encontrás acá del que te encontrás en Capital Federal, no porque allá no haya violencias, sino porque acá se siente más la situación de lidiar con las miradas ajenas, la incomodidad en el bondi, los comentarios cuando vas de la mano en la calle con tu pareja”, explica le artiste y suma que el movimiento transfeminista popular le ayudó a ver un poco más allá de su propia realidad.

Las fotos de la serie muestran paisajes intimistas de tardes amarillentas. Situaciones cotidianas, besos espontáneos y espejos donde encontrarse y reconocerse, pero también hablan de reencuentros y reconciliaciones consigo mismx. En las escenas, el paisaje no se pierde como mera escenografía, sino que cobra su propia semántica, el cielo se aquieta y la atmósfera tiene sabor a helado de frutilla, a risa pegajosa, a jugo de sobrecito. Los cuerpos se deslizan sobre otros: de la rigidez de la pose no queda nada. 

También hay personajes envueltos en tul, ojos pintados de manera exagerada, colores pastel. Cuando Valentinx las monta en su feed de Instagram que, más aún en pandemia, se ha convertido casi en un catálogo de obras, las intercala con marcos blancos que fraccionan la imagen y remiten al collage, deslizando el silencio que también esconde la escena. Sus propias imágenes se espejan en otras y el Conurbano queda calcado en siluetas, fragmentos sutiles y paisajes derruidos. 

Valentinx habla de la serie con entusiasmo, dice que tuvo buenas repercusiones y que quiere seguir, porque en su corto tiempo de experimentación se dio cuenta que difícilmente se agoten las palabras y las cosas. Quiere seguir porque los paisajes costumbristas de las fotos no son solo eso, son gestos de historias de resistencia. 

“A la hora de hacer las fotos y encontrarme con otras personas entendí que la identidad es mutable, que vamos cambiando todo el tiempo y que no hay una sola manera de transitarla. Siempre se habla de que somos una minoría y ahora me encuentro con un montón de personas que están intentando vivir su identidad de manera más amena, dentro de sus posibilidades. La idea de las fotos es mostrarle a quienes se están cuestionando su identidad, o la están viviendo sin saber qué les pasa, que no son les úniques y que, en estos relatos, pueden encontrarse con lo que nos sucede a muches en el Conurbano. Sabemos que es un territorio complejo, pero también sabemos que estamos tejiendo redes y nos podemos acompañar. Existir y resistir es una frase que aparece mucho en los relatos de la serie, la idea de resistir frente a esas amenazas del mundo hostil hizo que me encuentre a mí también, me hizo sentir acompañade”. 

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Autorx

Dalia Cybel

Redactora