“Estar igual que el resto” hurgar los pliegues de la tiranía visual

En su obra Estar igual que el resto (2014-2019), actualmente expuesta en el CCK, la artista uruguaya Pau Delgado Iglesias entrevista a personas ciegas de nacimiento para problematizar la definición de belleza, deseo e imagen de la cultura visual.

Revista Ojo de Salvia

Paula habla y el río hace de fondo. Lejos de ser una metáfora del otro lado del teléfono, la artista y docente uruguaya, cuenta que escapó de la alienación del zoom para irse a la rambla montevideana. Sin verla, es posible imaginarla sentada en la costanera, del otro lado de ese mechón de pelo rubio que separa las costas rioplatenses.

De ver, imaginar y no ver, o de la omnipotencia escópica que intenta abarcarlo todo, trata su obra Estar igual que el resto, que forma parte de la muestra Cuando cambia el mundo, curada por Andrea Giunta. La exposición, inaugurada el 4 de marzo en el CCK, reúne cinco artistxs de diversas latitudes que, en términos de la propia Giunta, “proponen agendas de feminismos diversos, potentes en términos históricos, urgentes en términos contemporáneos”. Esta propuesta surge además en línea con una serie de iniciativas impulsadas por el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y Cultura para saldar la deuda milenaria de la historiografía del arte con los feminismos, una batalla que, momentos después, Paula dirá es necesario dar.

Estar igual que el resto es el resultado de cinco años de viajes en los que Pau Delgado Iglesias entrevistó a personas ciegas de nacimiento en diferentes ciudades del mundo para hablar sobre la relación que tienen con su cuerpo, el deseo, la sexualidad y la belleza. Atravesada por un legado de artistas feministas, Sophie Calle aparece como referencia en la conversación, la obra surge luego de su estadía en Buenos Aires, cuando la contaminación visual y la hipersexualización de los cuerpos la obligó a pensar qué sucedería en un mundo donde el concepto de belleza no estuviera atravesado por los estereotipos de la publicidad y el espectáculo.

Partiendo de esta inquietud decidió investigar cuánto de la tiranía de lo visual sigue rigiendo incluso para quienes quedan apartadxs de ella. “Durante el tiempo que viví en Buenos Aires me atormentaba la contaminación visual. La carga que hay día tras día de transitar en la ciudad, lo brutal que era la representación de las mujeres, me angustiaba mucho.  En ese momento me puse a pensar cómo sería no haber visto nunca, no tener esa información incorporada. Empezó a interesarme entender cómo era sentir atracción por el otro sin tener esa carga, como funcionaba el mundo cuando algunos parámetros existen y otros no” explica la artista que anteriormente había trabajado sobre la masculinidad y la relación de los varones con su cuerpo en la serie de fotografías y videos Cómo sos tan lindo, realizada entre 2005-2010.

 “Cuando empecé, alrededor del 2000, trabajaba mucho con los estereotipos femeninos. Como venía del teatro armaba personajes y me centraba en la performance. Con el tiempo me di cuenta que al cuestionar el estereotipo femenino me quedaba en lo mismo y el hombre seguía siendo el que estaba detrás de la cámara como el ojo que ve. Entonces decidí cambiar de lugar y me fui para atrás de la cámara. Aunque no soy fotógrafa, fui desarrollándome para ser la que documente” cuenta la artista que además es economista, magíster en industria cultural y diplomada en género y políticas públicas.

Para entrar a Estar igual que el resto en el cuarto piso del ex palacio de Correos, es necesario atravesar un pasillo oscuro. Este purgatorio visual, que separa a lxs espectadorxs del mundo de las imágenes, desemboca en una sala de tres pantallas que reproducen de manera intercalada las entrevistas. Allí, sumergidxs en sus ambientes cotidianos, lúgubres, opacos, semi iluminados, lxs protagonistas recuerdan, cuentan cómo llegaron a construir su propia concepción de lo visual a través de la materia prima del ojo ajeno.

“La mayoría de las cosas que tienen que ver con la cultura visual son aprendidas, tanto para las personas ciegas como para las que no lo son. En nuestro caso es por imitación. Las personas ciegas necesitamos de un tercero que nos muestra, nos indica, nos enseña, puede ser una persona en particular o varias que se convierten en nuestras referentes visuales” explicará posteriormente a Ojo de Salvia Carolina Buzeta, quien fue parte de las entrevistas realizadas en Buenos Aires. “En ese sentido creo que todas las cuestiones referidas a cumplir con los estereotipos físicos limita también a la cultura visual”.

“Haciendo la obra me di cuenta que muchos parámetros de belleza funcionan igual en las personas que ven como en las no ven. Esa es la evidencia de que en última instancia mucho de lo que creemos que son nuestras decisiones, no lo son, que repetimos las cosas porque las aprendimos y listo, no las cuestionamos. Nos parece raro que una persona ciega hable de parámetros de belleza o de estar lindo, pero no pensamos lo mismo para las personas videntes” enfatiza Paula. “Es verdad que en las conversaciones a veces aparece la idea de que la gente que ve puede llegar a ser más superficial o prejuiciosa, pero otras cosas se mantienen igual”.

Sin caer en la denuncia, Estar igual que el resto logra correr del infantilismo pueril a las personas con discapacidad demostrando que también pueden tener prejuicios, miedos y deseos y, con la misma sencillez que mantiene durante todo el video, logra introducir en el museo el tabú de la sexualidad. “Todavía existe un prejuicio por el cual se piensa que las personas con discapacidad o somos asexuadas y no nos interesa la seducción o, por el contrario, somos hipersexuadas. A la gente le resulta bastante ajeno el tema, se habla muy poco incluso en la ESI, donde sería fundamental” aporta Carolina. 

“Haciendo la obra me di cuenta que muchos parámetros de belleza funcionan igual en las personas que ven como en las no ven. Esa es la evidencia de que en última instancia mucho de lo que creemos que son nuestras decisiones, no lo son, que repetimos las cosas porque las aprendimos y listo, no las cuestionamos”.

“Escuchar las experiencias de las personas ciegas me dejó en claro que en la sexualidad muchas veces terminamos haciendo las cosas como las aprendimos. Llegamos al encuentro sexual sabiendo desde qué cara tenemos que poner hasta cómo mover las manos. La cultura visual y el porno influyen mucho en que esté todo dicho, todo estipulado. Hay una noción super extractivista de que la sexualidad pasa siempre por lo visual” agrega Iglesias, que si bien asegura que para ella es totalmente natural trabajar estas temáticas la primera vez que inauguró la obra en Montevideo una de las participantes le aseguró entre risas que se había ganado el cielo por mostrar a una mujer ciega hablando de masturbación.

Paula no acata. Durante la entrevista repregunta, cuestiona, frena. Cuando se le consulta qué piensa de la categoría “arte feminista” responde que debería ser una herramienta para impulsar el trabajo de aquellas artistas que durante siglos fueron empujadas hacia los márgenes y advierte sobre la necesidad de estar atentas a que el rótulo no termine por  aplanar la práctica, “en la medida en que yo tengo una conciencia feminista pienso que eso va a quedar reflejado en mi trabajo, no sé si es necesario crear una categoría. La noción de “arte feminista” es una expresión que se puede usar en la medida que te sirva. Cuando te empieza a apretar me parece que hay que dejarla”. Y agrega, “hay una realidad y es que las artistas mujeres no fueron visibilizadas a lo largo de los siglos. Para eso están las historiadoras del arte, y eso están realizando, revisitar la historia y volver a contarla. Implica investigar, hacer el esfuerzo de ir a buscar, pero creo que es lo que hoy vale la pena hacer”.

Estar igual que el resto me sirvió para entender que existen otras maneras de pararse en el mundo, que lo que para mí es el cielo puede ser distinto para quien está al lado”, resume sobre la obra que tensiona nuestra concepción de lo visual “Ablandar esos bordes y entender que hay muchas maneras de vivir las cosas y que siempre estamos atravesadas por nuestras subjetividades” finaliza la artista y sin verla es posible imaginarla, recostada al sol en la costa montevideana.

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Autorx

Dalia Cybel

Redactora