Al oído
Me dijeron que tenía que dejar la puerta cerrada.
Que tenía que quedarme dentro.
Siempre en silencio, sin levantar la voz.
Sin sueños.
Me pidieron, me rogaron, que no sea yo.
Que sea distinta.
Que quiera distinto.
Que desee distinto.
Que sienta como es debido.
Algunxs me escucharon, pero sólo hasta que dije algo que no entendían.
Luego, me obligaron a retroceder.
Pero a puertas cerradas yo empecé a susurrarme que estaba bien ser quien era.
Y le imploré al alma que vive bajo mi piel, que no se rinda.
Que no renuncie.
Y comprendí que me había entendido cuando me hizo más fuerte.
Pude escuchar mis mil voces.
Y dejar que todxs las escuchen.
Y abrazar mis colores.
Y dejarlos que brillen.
La puerta está cerrada, pero yo estoy del lado de afuera.
Acá, donde todxs tenemos derecho a estar.