Visionaria de otro mundo
Fotógrafa, directora de arte, vampira, ilusionista, guerrera de otro planeta. Léa Bon evoca visiones que trascienden el tiempo y le ganan a la muerte, construyendo un nuevo modo de estar siendo.
por Marina Cisneros
L’Bon nos invita a habitar mundos de fantasía y nostalgia desde una mirada andrógina y elegante, creando imágenes atrapantes. Sabemos que vino de otro planeta, aunque vivió la mayor parte de su vida en Adrogué, hoy convive con el viento patagónico en Neuquén y su trabajo ha sido publicado en revistas de gran prestigio en el mundo de la moda. En sus fotografías se perciben huellas de un espíritu imaginario que, por momentos, parece decirnos que la realidad nunca se acercará a la belleza.
Frívola y romántica, traduce en sus fotografías las visiones de otro mundo, otro modo de habitar, otro modo de existir y, aunque la teatralidad podría dominar en la escena fotográfica, la honestidad que se percibe en la mirada genera una atmósfera tan potente que hipnotiza. Aunque en sus fotografías es notable la producción, muchas de ellas son el registro de su vida cotidiana, una existencia que no se acerca a la norma, sino que se construye desde el deseo de estar siendo en coherencia consigo misma.
Comenzó a habitar la fotografía a los 11 años, a través de una videocámara. “Llegó una Navidad a mi hogar y lo más interesante de ello es que opté quedarme con la imagen congelada, más que con el tiempo. La taxidermia a través de la luz es lo que retorció mi mente e inspiró a manipular su contenido para conspirar contra el mundo objetivo y procrear el mío desde la subjetividad, aportando un campo de acción que repercute en las mentes curiosas y trascienden las normas, para construir un nuevo modo de ser y expresar. Odiaba que me digan cómo tenía que vestir, sentir, existir. Entonces todos esos pensamientos suprimidos fueron canalizados a través de mi cámara”.
L’Bon recuerda aquellos mandatos: “No te juntes con esa negra”, “no te pintes de negro, parecés enfermx”, “no podés jugar con muñecas, eso es para…”, y comenta: “A partir de esta última cita, me hice un ejército de muñecas (modelos) y jugué con ellas para abrumar y crear monstruos, tal cual el cine”.
La taxidermia a través de la luz es lo que retorció mi mente e inspiró a manipular su contenido para conspirar contra el mundo objetivo y procrear el mío desde la subjetividad, aportando un campo de acción que repercute en las mentes curiosas y trascienden las normas, para construir un nuevo modo de ser y expresar.
¿Quién estás siendo?
La supremacía de mi ser. Estoy siendo la esencia pura de mi alma, mi ser superior. El éter de quien trascendió varias vidas en un mismo cuerpo. Suprema andrógina y bruja pictóricamente lumínica. Soy libre por fuera, como por dentro. Mi vestimenta es una extensión de mi piel y, mis cicatrices, un ornamento de guerras ganadas. Eso soy, una guerrera. Tal vez un ovni para este planeta Tierra, tan lejano a mí. Aunque Plutón me identifique por su frívola cresta helada, similar a la de una serpiente y tan lejana viendo la luz desde la oscuridad, en cierto punto, de aquí desciende mi signo solar, Acuario. Independiente, con dolencias y virtudes, pero con visiones que trascienden el tiempo, le ganan a la muerte y viajan universalmente.
¿Dónde está el foco en tu trabajo?
El foco central de mi trabajo está en una mirada andrógina, donde se puede apreciar lo bello de una mirada femenina y lo grotesco de una mirada masculina. En esa simbiosis nos encontramos con una nueva mirada, sin género, sin ataduras, donde se hallan cuerpos que ilustran un artificio contemporáneo y, a la vez, esconden un conocimiento nuevo.
Por esto mi trabajo es autorreferencial. A través de la construcción de mundos, planteo nuevas formas de romper con la belleza estereotipada e ilustrar que los estándares se confunden y la autenticidad es lo que alienta hoy al concepto “bello”.
A través de la construcción de mundos, planteo nuevas formas de romper con la belleza estereotipada e ilustrar que los estándares se confunden y la autenticidad es lo que alienta hoy al concepto “bello”.
¿Cómo describirías tu sello o estilo personal como fotógrafa?
Expresionista, surrealista, atemporal e hiperrealista. Expresionista en su actitud, surrealista en su ironía, atemporal por anacrónico e hiperrealista por ir más allá del ojo humano.
Mi sello es una fotografía de moda fine art, donde cada pieza tiene su procesamiento, ninguna técnica se repite y cada una confiere la unión de distintas disciplinas, aproximándonos al séptimo arte en su construcción.
Me han dicho que soy como una vampira de la fotografía. Utilizo cuerpos, les saco el alma y me retrato como me vería en una clase, en la iglesia, en la época dorada de Hollywood. Creo que toda mi fotografía representa vidas pasadas y anhelos, por ello el drama y el thriller en la dirección de modelos. Hablamos de una imagen expresionista, que deforma la realidad y penetra en exceso con su paleta saturada para confundir y, a la vez, hacer palpitar al espectador.
¿Cómo fuiste encontrando tu lenguaje? Si mirás hacia atrás, ¿en qué y quiénes encontrás referencias que formaron tu modo de mirar y crear imágenes?
Principalmente, encontrándome. Mirando hacia adentro. Drenando mis poros sádicos emocionales. Siempre estuve interesada en revistas donde la moda conceptualizaba la idea del mundo a través de la poesía, es decir, aquellos trabajos introspectivos donde una imagen pintada con luz, como es el caso de Paolo Roversi, tocan el inconsciente con un tratamiento estilístico tan perfecto que solo en aquella dimensión la podemos encontrar. De ello va mi labor, de encontrar la piedra filosofal en la reacción de los fotodiodos, generando imágenes épicas que transfieran placer visual, armonía y evolución mental.
¿Cómo te vinculás desde la imagen con los conceptos de belleza y oscuridad?
Durante mucho tiempo pensé que, para poder ver la luz, se debía apreciar desde la oscuridad. Pensemos en una semilla: primero nace bajo tierra, luego brota y sale a la luz. Me encanta poder pensar en ese momento de transición que va desde el pensamiento (oscuridad) hasta el conocimiento (luz). Al igual que la mecánica, primero viene el pensamiento (encuadre) y luego el conocimiento (disparar), dando como resultado, en vez de una flor, una fotografía.
Así fue mi vida, de la oscuridad pasó a la luz, considerando que ese proceso va a representar como resultado el nirvana de la vida.
Creo que toda mi fotografía representa vidas pasadas y anhelos, por ello el drama y el thriller en la dirección de modelos.
¿Qué es lo más importante de una fotografía para vos hoy?
Que hipnotice, considero ser una ilusionista. Los verdaderos magos podemos trascender el espacio-tiempo para vislumbrar y replantear convicciones.
Una fotografía debe ser novedosa, no solo en su contenido, sino en su técnica. Estamos en la post fotografía, todxs podemos sacar fotos, pero pensar en el acto es cuasi filosófico.
¿Qué querés ver crecer?
La ruptura de las estructuras oxidadas en los medios, las editoriales y las cabezas que no abren paso a la evolución y suprimen la selección natural. Quiero ver crecer el alma en las imágenes y la destrucción de los productos. Deseo ver crecer personas que curen a través de la cámara, que canalicen por la mecánica. Agradezcamos nuestra era, somos privilegiados de poder hablar más allá de las palabras y por pensar que toda idea hoy es lujo de la creación, de poder ser pensantes y no permitir callar. En la autenticidad radica el lujo.