Vínculos, cuerpos y revoluciones visuales

Ana Harff es artista, fotógrafa, bailarina y gran cuestionadora. Elige Instagram como plataforma para mostrar su trabajo y compartir problemáticas en torno a las prácticas artísticas en relación con los cuerpos. 

Revista Ojo de Salvia

Ana se define como un ser en transición y su obra fotográfica irrumpe en el arte actual desde un espíritu maravillosamente vincular, más que objetual. Sus fotografías invitan a desconfigurar la mirada, a eliminar mandatos visuales predefinidos para abrir la posibilidad de encontrarse desde otra perspectiva. 

En su cuenta de Instagram circulan fotografías de retratos, mayormente de personas con cuerpos no hegemónicos, y suele manifestar sus cuestionamientos en torno a la mirada: “Dejemos de sexualizar todo lo que es cuerpo. Dejemos de asociar que lo sexual es tabú. Dejemos de pensar el tabú como algo puramente negativo. Dejemos de negativizar nuestra corporalidad. Dejemos nuestra corporalidad ser libre. Por una libertad más grande que la censura”. 

La mirada machista sobre la creación, la función y la distribución de las imágenes ha sido combustible para que Ana comenzara a trabajar los desnudos. Por ello también cuestiona la Historia del Arte, en la que la mujer o la función del cuerpo desnudo de la mujer ha sido siempre pensada y creada en relación a un consumo masculino. “Un desnudo que no tiene que ver con consumo, con objeto, sino que habla más sobre sujetxs, sobre cotidianidad”, propone Ana.

Desde un gesto de sororidad, se reúne con otras mujeres para compartir sus experiencias, desnudarse, mirarse, pensarse y crear fotografías que muestran cuerpos alejados del modelo ideal que exige el sistema. El sentido de su mirada se aleja de la representación, para evidenciar el vínculo entre las mujeres y la relación con sus cuerpos, traduce la historia actual, la que se construye en comunión desde el deseo conjunto de transformarlo todo. 

Quizás la fotografía sea sólo una excusa para levantar esta bandera revolucionaria que vino a cuestionar el rol de las mujeres y a escribir una nueva historia. Cada imagen de Ana es también un manifiesto, un puño en alto, un grito de justicia, una huella de su vínculo con este mundo.

Dejemos de sexualizar todo lo que es cuerpo. Dejemos de asociar que lo sexual es tabú. Dejemos de pensar el tabú como algo puramente negativo. Dejemos de negativizar nuestra corporalidad. Dejemos nuestra corporalidad ser libre. Por una libertad más grande que la censura

¿Cómo te vinculás con la fotografía, y desde cuándo?

Mi vínculo fotográfico viene desde muy chica, cuando en varios viajes en auto con mi familia me encargaba de ser la que registraba todo. Me atraía mucho retratar personas locales que sabía que probablemente nunca más vería, en pueblos minúsculos sobre la ruta. 

Algunos años atrás me reencontré con la fotografía de otra forma, a través de la danza y del retrato, y fue a partir de ahí que todo empezó a ganar una significación totalmente distinta, más apuntada al vínculo con la persona frente al lente y temáticas de corporalidades.

¿Elegiste a conciencia hacer fotografías sobre personas, cuerpos desnudos, o fue algo que se fue dando naturalmente?  

Diría que hay una mezcla de ambos. Es decir, cuando hace seis años tomé la decisión de trabajar con fotografía, naturalmente la temática fue sobre personas, ya que la danza era mi mundo y todo mi lugar cómodo venía desde el movimiento y el cuerpo. Entonces empecé sin pensarlo mucho. Los desnudos sí fueron más conscientes y nacieron por un sentimiento de indignación, al ver cómo el cuerpo de la mujer desnuda aparentemente sólo servía si era para el consumo masculino, presentándose como un objeto y no como sujetx. Ahí empezó mi búsqueda por otra manera de ver y mostrar el cuerpo de la mujer desnuda, mi tentativa de remover este elemento sexualizado, siempre permanente.

¿Cómo te transforma este vínculo con las imágenes y con las personas fotografiadas?

En cada encuentro aprendo algo y comprendo cómo vincularme distinto con cada sujetx dentro de sus particularidades. Esta es una característica de la fotografía, donde casi nunca sabés realmente cómo va a fluir una sesión, hasta el momento en que tenemos que crear.      El vínculo, por más que no esté al comienzo, tiene siempre la necesidad de presentarse para que una foto pueda ser creada. Existe una complicidad transitoria entre fotógrafx y sujetx donde unx no puede existir sin el otrx.

Un desnudo que no tiene que ver con consumo, con objeto, sino que habla más sobre sujetxs, sobre cotidianidad

¿Qué preguntas se te aparecen en tus fotografías?

No hablaré de técnica. Yendo al lado puramente filosófico, en lo que más me engancho es lo que yo llamo “el juego de las expectativas”. Está la expectativa que yo, en cuanto fotógrafa, tengo sobre la modelo y la expectativa que la modelo tiene sobre mi trabajo. El desafío es encontrarse en el medio del camino y que el proceso creativo se dé en ambos lados. Es decir, sentir que no hay sólo una parte que aporta, sino que hay una intencionalidad en la modelo de participar de la creación de las imágenes.

¿Cuál es el poder de las imágenes?

Todo. O sea, consumimos una cantidad de imágenes como nunca antes se hizo en nuestra historia. El poder de lo visual se refleja claramente en, por ejemplo, cómo son diseñadas las redes sociales. El poder verse, poder empatizar con una imagen ajena es muy poderoso. 

Tomemos un ejemplo: yo soy una mujer gorda y pasé años de mi vida sin ver imágenes que muestren un cuerpo como el mío. Esto no quiere decir que pienso que un cuerpo gordo no existe, quiere decir que este tipo de cuerpo no tenga quizá el mismo valor para mostrarse que uno más delgado. De hecho, suele ser un cuerpo marginalizado, palabra que nos evidencia “al margen”, fuera de foco. Verme en otras fotografías hace que me sienta valorada, y este valor es un sentimiento contagioso y es lo que también hace que haya cada vez más personas deseando reencontrarse con su propia identidad corporal, sea a través de la imagen o de otras cosas.

¿Qué te gustaría que cambie en la fotografía, en sus usos, temas o circulación?

Algo que siempre comento es “más que libertad de expresión, necesitamos tener responsabilidad de comunicación”. Es decir, que haya una reflexión sobre el impacto que nuestro trabajo puede tener en el público. Ser responsables sobre el mensaje que queremos pasar y seguir abriendo espacios de diálogo a nuevas voces, con una mirada distinta.

¿Qué cambió en tu mirada? ¿Y en tu vida? 

Entender mejor los tiempos de cada persona, incluso los míos. Verse es muy fuerte y, más allá de la relación que tenemos con nuestros cuerpos, nunca sabés exactamente cómo vamos a reaccionar.

Si mirás hoy tus fotografías, ¿cómo sentís que te estás vinculando con los cuerpos, con el tuyo, con las personas que se desnudan con vos?

El vínculo está, antes que nada, en la empatía. Creo que esa es la palabra clave para hacer lo que hago.

¿Qué te da la fotografía que no encuentres en otra experiencia?

No siento que la fotografía me traiga un elemento de exclusividad que otras artes no lo harían. Es decir, fue la plataforma que yo elegí y podría haber sido pintura, escritura, collage. Quizá el elemento más distintivo de la fotografía sea esa búsqueda constante de tener a una persona del otro lado del lente para crear, para contar una historia. 

¿Cómo creés que sería el mundo del arte si se hubiera difundido más las imágenes de mujeres artistas?

Hermosamente distinto. Estamos hablando ahí de otra Historia del Arte.

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Autorx

Marina Cisneros

Redactora