Política del vértigo

Luciana Lamothe es una de las artistas argentinas más importantes de la escena contemporánea. En su obra escultórica trabaja con los materiales para afectar los sentidos de los receptores y exponerlos a la fragilidad del vértigo.

Revista Ojo de Salvia

Luciana Lamothe es una de las artistas argentinas más importantes de la escena contemporánea. En su obra escultórica trabaja con los materiales para afectar los sentidos de los receptores y exponerlos a la fragilidad del vértigo.

La ilusión de firmeza es un espejismo, un oasis que se diluye en cuanto se lo alcanza. La fuerza del material se desvanece y la estructura cede evaporando toda falsa sensación de control del mundo capitalista. El vértigo es el intento, la incertidumbre la meta cumplida. La invitación al universo de Luciana Lamothe es una manera de correrse del eje.

Formada en la escuela Prilidiano Pueyrredón, Luciana Lamothe participó de la Beca Kuitca, fue reconocida con el Lichter Art Award y realizó más de una decena de exposiciones individuales en diferentes ciudades del mundo. Si bien utiliza el video y el dibujo, para la artista la escultura es el medio a través del cual puede pensar el mundo, y a ello se dedica desde los 14 años. 

En sus piezas, Lamothe trabaja a partir de materiales duros para crear estructuras de grandes dimensiones que dialogan con la arquitectura y el urbanismo. En contra de las expectativas, al ser recorridas, las estructuras se convierten en escenarios inestables, poniendo alerta los reflejos del espectador y exponiéndolo a su propia precariedad en términos butlerianos: capaz de saberse frágil, finito, de afectar y ser afectado. Así, las obras cobran la potencia de generar sensaciones físicas contrapuestas a partir de un mismo objeto, sin utilizar herramientas mecánicas. 

 El vértigo es el intento, la incertidumbre la meta cumplida. La invitación al universo de Luciana Lamothe es una manera de correrse del eje.

Es este interés por la transformación de los materiales lo que la llevó a realizar una serie de esculturas donde caños de metal, que forman cuadrículas geométricas, se desvanecen en siluetas orgánicas, que remiten a ramas crispadas o pétalos chamuscados. A partir de esta transexualidad de los materiales —como postula la artista—, busca zanjar la falsa dicotomía entre masculino y femenino, suavidad y fortaleza. 

Luego de la pandemia, su intención es derivar hacia materiales reciclados donde se resalte la importancia de la naturaleza y la relación entre los sujetos y el ecosistema. “Quisiera desarrollar una ética del medio ambiente más explícita en mi obra, enfatizando más claramente el reciclado de los materiales, dar cuenta del origen y destino de los elementos con los que trabajamos”, expresa. 

 

Tu obra trabaja con materiales que podríamos considerar “duros”, como la madera o el metal, pero al mismo tiempo juega con la inestabilidad y el equilibrio, ¿cuál era tu intención con esto?

En las instalaciones en las que trabajo con la inestabilidad, planteo la contradicción entre lo duro y lo blando. Utilizo estructuras de andamio y tablones de fenólico. Construyo pisos, pasarelas, balcones, puertas y hasta bancos para sentarse. El procedimiento consiste en encastrar los tablones a la estructura que los sostienen, de tal manera que quedan suspendidos por uno de los extremos. Al caminar sobre ellos, ceden, generando un balanceo y un desequilibrio bastante perturbador. 

La magia de esas obras es haber logrado que las tablas de madera súper rígidas y pesadas se vuelvan flexibles, blandas y dinámicas solamente por la presión del peso de los cuerpos. Lo importante es que el movimiento no está dado por la articulación de un sistema, pivoteos entre dos piezas o motores que ponen en marcha un mecanismo, sino a partir de la flexión. Se vuelve simbólicamente muy significativo que esta transformación se produzca a través de la interacción sin máquinas o herramientas que intermedien, solo la energía producida por la fuerza de la gravedad de los cuerpos.

También dialoga con la arquitectura y requiere de un otrx que la transite, ¿cómo afecta eso al cuerpo? ¿Lo que sucede es lo que esperabas en un principio?

Una de las preguntas que me hice cuando pensé las pasarelas era por qué el espectador tendría que pisar la obra para experimentarla. De pronto la experiencia estaba en los pies o en las manos, cuando hice la puerta para empujar. Me gustaba pensar en estas partes del cuerpo como órganos de la percepción y de la interacción. Después me di cuenta que realmente el cuerpo entero está comprometido en la experiencia, sobre todo cuando se trata de generar una sensación de vulnerabilidad real. Las pasarelas o los balcones se encuentran siempre a alturas que provocan, inexorablemente, una sensación de vértigo. 

Luego me di cuenta que tanto los materiales como lxs espectadorxs se ven inmersos en una misma situación de inestabilidad. Por eso me gusta pensar que hay una cierta empatía o identificación entre lx espectadorx y los materiales, que son dos materiales en tensión permanente: lx espectadxr somete a la madera con su peso y la obliga a resistir para no colapsar, pero al mismo tiempo el movimiento de la madera desestabiliza al espectador, es una relación dialéctica de empatía y tensión. Lo que más me interesa de estas obras es la relación directa con los materiales, como si la madera, conservando restos de vida orgánica después de haber pasado por el proceso industrial, sintiera lo que siente la persona en una situación de vulnerabilidad. 

 

En tus obras de Ensayo de abertura, Brutal Ambivalence y Mutación, el material pasa de formas rígidas a otras que, incluso, pueden considerarse orgánicas. ¿Hay un juego de lo duro y lo masculino, y lo suave y lo femenino?

Esa transformación del material me llevó a la idea de que definitivamente no hay materiales duros, cada material en verdad es blando, en sus diferentes graduaciones y con sus propias características. Me interesa la idea de transgénero en los materiales, la coexistencia o el borramiento de las fronteras entre los atributos “masculinos” y “femeninos” para identificar las materialidades. Cada material es factible de ser modificado a partir de la interacción con el cuerpo, máquinas, tecnologías. Con esta idea se cae entonces la dicotomía patriarcal en relación a los materiales duros más propios del universo masculino y los materiales blandos adecuados para la sensibilidad femenina, porque en definitiva se trata de cuestionar la sensibilidad que se le está permitida desarrollar a cada género. 

Con estas obras aparece también la idea de la transformación hacia lo orgánico, lo vegetal. Me interesa el híbrido entre industrial y orgánico, tecnología y naturaleza. Me interesa que esa frontera quede desdibujada, porque en definitiva es el camino que la humanidad está tomando, somos cada vez más un híbrido entre naturaleza y tecnología. Somos cada día un poco más cyborgs, por sintetizarlo en una palabra, y hacia allá vamos. 

Trabajás con escultura hace muchos años ¿cómo se conecta esta con las otras técnicas que utilizás?

Muchas veces mis videos también están en relación a la escultura y los materiales. En el video Testa, por ejemplo, aparecen los edificios más emblemáticos del Brutalismo, como el Banco de Londres o la Biblioteca Nacional. Una de mis acciones fue derramar un balde lleno de cemento sobre una de las barandas de hormigón de la terraza de la biblioteca. Previo a esto, muestro una toma donde sigo a una mujer gorda varios metros por la calle. Pongo de manifiesto las proporciones del cuerpo en relación al edificio brutalista. Armo un relato amoroso con la frase “coger contigo fue hormigón armado”. También el cemento fresco sobre hormigón armado era una relación homoamorosa entre los dos estados de un mismo material, el material húmedo y casi líquido con el material sólido. La arquitectura, la escultura y el cuerpo siempre fueron problemas que me interesaron.

 

La escultura, históricamente, es una técnica que se asoció con los hombres. ¿Cómo es ocupar ese lugar siendo mujer? 

Después de la segunda mitad del siglo XX, empiezan a verse cada vez más mujeres escultoras. La escultura también es muy utilizada por artistas feministas donde empiezan a reivindicar los materiales blandos, las labores domésticas como el bordado, el tejido. Son menos las escultoras mujeres que reivindican la tarea pesada de la escultura. En mi caso, a pesar de que supuestamente trabajo con materiales duros, me gusta poder afirmar que no lo son. Esta idea supone una especie de atribución de un poder o una fuerza tal, que ningún material me da miedo de manipular. Pero esa es la discusión, no es que en realidad la fuerza sea infinita, sino que todos los materiales son manipulables, maleables.

 

¿Alguna vez te hicieron notar o sentir discriminada por ser mujer?

No he sufrido discriminación en el sentido tradicional de la palabra, pero sí recibo una rara admiración de algunas personas. A algunos les cuesta entender que una mujer pueda lidiar con esos materiales de la manera en que lo hago. Tal vez esto encubra algún tipo de discriminación en relación a los parámetros que tienen predeterminados. Esa admiración responde, en definitiva, a que no esperan que una mujer pueda hacer ese tipo de actividad y menos tener esa sensibilidad.

¿Cómo afecta y se relaciona el feminismo con tu práctica artística?

Considero que mi obra siempre fue feminista en el sentido de plantear mis ideas, más allá de los mandatos patriarcales. Al ser lesbiana creo que he tenido desde el comienzo mayor libertad de despegarme de las normas y los códigos a los que las mujeres heterosexuales están sometidas. Llamativamente, en Buenos Aires y en mi generación prácticamente no hay artistas lesbianas y menos con orgullo de serlo. Sobre todo en mis comienzos, sentí bastante soledad en ese sentido. No me considero una activista en la acepción tradicional de la palabra, pero creo que con mi obra expreso una sensibilidad disidente y me gusta militar desde ahí.

 

Mencioná tres artistas que te inspiren.

Voy a nombrar artistas de mi generación, con lxs que me siento en sintonía por alguna razón:  Cassils, me gusta su trabajo performático con la arcilla; Clara Liden, me siento cercana sobre todo desde mis trabajos con la calle, y Naama Tsabar, me interesa la tensión que plantea entre los materiales.

 

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Autorx

Dalia Cybel

Redactora