Vacío.

No hay palabras.

Y el tiempo ya no es tiempo.

Sobran las preguntas y, mientras tanto, se le escurre el presente.

¿Es culpa del pasado?

¿Hay futuro?

Este compañero de viaje, que en las sombras de su sangre habita, la acecha.

¿Seguirá siendo roja?

Es de día y llora.

Es de noche y teme.

Y duda si alguien podrá amarla así.

La ventana se abrió y mientras tanto estuvo sola, piensa con alivio.

Es un camino de ida.

Hay tanto miedo en su cuerpo como puede albergar.

Y hoy tiembla.

Claro, ya nada será como antes.

Pero ¿será?

Se recuesta sobre el piso helado de su habitación en penumbras.

Trata de digerir las palabras que de tan sólidas le impiden escuchar sus latidos.

Cierra los ojos y llora, grita un poco y llora aún más.

¿Es esto la muerte?

No.

Es sólo la noticia que nadie quiere recibir.

Pero después de que pasa esta tormenta violenta, la mente se limpia.

Hoy es cuando se vive la vida, decide.

Y se muere de muerte cuando llegue el momento.

Pero no es hoy.

1 de diciembre, Día Mundial de la Lucha contra el Sida.

Si hay esperanza de vida, hay vida.