En la Isla

Estuve en esa isla. Tres veces hicieron falta para aprender a estar de verdad.

por Francisla Martínez

Revista Ojo de Salvia

por Francisla Martínez

En la Isla

Estuve en esa isla. Tres veces hicieron falta para aprender a estar de verdad. Consciente de lo inabarcable de ese mar, necesité tiempo para poderlo apreciar. Ni la primera ni la segunda vez alcanzaron para poder respirar ese aire y dejarlo ingresar en mi sistema sin trabas, sin oponer resistencias. Un movimiento constante que todo lo lleva, pero aún así nada se va; todo lo vuelve a arrastrar con una fuerza contra la que se hace imposible luchar.

Sé de algunos que se han aventurado a cruzar y han sucumbido dentro de la masa salada. Es0s poc0s y otros muchos más no han podido escapar, fueron engullidos por el caldo de cultivo que antes, hace siglos atrás, diera origen a todo lo que debía entenderse por vida y también por libertad.

Resulta angustiosa la asfixia ocasionada por la inmensidad del mar. Lejos de liberarme opera como las rejas de una cárcel implícita, un cerco infranqueable frente al cual las opciones son quedarse y enraizar, o definitivamente saltar.

Francisla Martínez es mi nombre. 

Nací en Mainqué, un lugar diminuto del que siempre quise escapar. 

Soy narcisista, pero me propuse trascender a Narciso.

A diferencia de lo que siempre pensé, lejos de sumar certezas, los años me han plagado de dudas. Soy ahora solo eso: un cúmulo de dudas. Me debato continuamente entre el ser y el deber ser.

Tenía muchas expectativas para mí. Todas incumplidas.

Me desespera el paso del tiempo. 

Tengo una pretensión, una muy alta: volverme universal. Escaparle a la muerte y trascender.

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